El momento ha llegado, los dos sienten ese fuego que arde en sus corazones y en su alma, sus cuerpos vibran de pasión y locura, sus poros emanan la fragancia exquisita que logra un acercamiento más profundo. Sus labios se conectan en un delicioso beso y sus pieles se funden en un solo ser, en un solo AMOR.
A diferencia de las relaciones sociales, en las relaciones sexuales entramos en contacto con una parte de nuestra personalidad que permanece oculta para nosotros (y para los demás) la mayor parte nuestras vidas. No tenemos como en el día a día un lenguaje, una rutina, una personalidad definida y estable. En el lecho se asoma a nosotros mismos una nueva personalidad no moldeada por nuestra conciencia, no ejercitada por ninguna rutina, no tan sumisa tampoco como la otra. Ahora bien es con este nuevo perfil con el que entraremos a la cama con otra persona y lo mismo le sucederá a esta y, cuando esas dos personalidades nuevas choquen un sin fin de desatinos podrán ocurrir ¿Cómo entendernos con la otra persona si apenas sabemos lo que queremos nosotros mismos? La manera más sencilla es fluir a través del erotismo y prestar atención al lenguaje corporal.
La relación sexual no debe ser un frenesí a ciegas de lujuria personal sino una monólogo de dos cuerpos. Como los contactos en la cama son más esporádicos que los sociales es mas difícil llevar una percepción acabada y nítida de los acontecimientos, sin embargo el lenguaje corporal es una buena forma de orientaros a través del placer sin violentarnos, ni violentar a la otra parte. Porque decimos esto, pues porque los primeros encuentros en la cama de las parejas, suelen ser un manojo de nervios, de inseguridades, y una docena de actos ejecutados fuera de tiempo que, en vez foguear las sabanas, las enfrían.
Lenguaje corporal
El mayor indicador o brújula que poseemos para avanzar por un camino de placer en las relaciones sexuales es el lenguaje corporal . Podría definirse como la mímica que hace un hombre o una mujer al momento de experimentar goce o placer . En ambos caso está caracterizada por un aumento de color en las mejillas, tensión muscular y gemidos. El rubor en las mejillas y la tensión muscular son síntomas más físicos que mentales, podríamos decir que prácticamente actúan con independencia de nuestra voluntad.
Por otra parte los gemidos, en la mayoría de los casos, son actos volitivos y deliberados y es a estos a los que debemos prestar mayor atención. Cuando una mujer o un hombre deja escapar pequeños sonidos guturales, gemidos, sollozos, palabras murmuradas, se decodifican como signos de aceptación. La mujer u hombre esta dando a entender que justo ese lugar, que justo ese movimiento, es el que desea. Uno le hace saber al otro mediante gemidos que la dirección que esta tomando la relación sexual es correcta. Ahora bien, con esto no queremos decir que los silencios actúen como negadores de goce, y displacer. Puede suceder que una pareja atraviese toda la relación sexual sin emitir un sonido y la pase también genial. Todo tiene que estar encuadrado dentro del acto mismo. No hay una receta infalible sino solo aproximaciones y estadísticas. Solo hay que tratar de estar relajado para percibir es lenguaje y tratar de decodificarlo para poder mejorar las relaciones sexuales.
Lo chevere es estar con la persona que uno ama y tener mucha precaución.
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