Escrito por Vale
Ayer fue el Día de los Difuntos, las personas asistieron a los cementerios a visitar a sus familiares y amigos fallecidos. Después de estar rodeada de tradiciones, melancolía, rosas y tarjetas, vino a mi mente una historia que involucra a varios jóvenes que se dejan llevar por un torbellino de sentimientos y emociones nuevas e incontrolables que muchas veces provocan un desenlace fatal.
Ésta es su historia.
Sus corazones latían aceleradamente, sus cuerpos temblaban, cual hoja en otoño, emitían ese aroma de la inexperiencia y del deseo, sus miradas pícaras chocaban contra su pureza, sus manos parecían témpanos de hielo, su pasión los enloquecía y los agotaba; fue en esa fría tarde cuando la lluvia caía incansable talvez para silenciar el gemido de los dos enamorados que fundieron sus cuerpos inexpertos en un solo éxtasis, en un solo amor.
Eran aún muy jóvenes, más o menos de 15 y 16 años, pero quizá la edad no importe se repetían constantemente para calmar su angustia.
Desde que se conocieron en aquel bus saliendo del colegio sintieron una atracción enorme, ella, una muchacha soñadora, risueña, un tanto calmada, siempre en búsqueda de aquel muchacho con el que pudiera vivir un amor de novela, eso fue lo que encontró en él, un colegial alocado, medio irresponsable en sus estudios pero chévere.
Al principio, ellos empezaron conociéndose como amigos y en contra de todos los comentarios que hacían sus compañeros, el joven le declaró su interés de la manera que ella siempre soñó, delicado, romántico y hasta un chance torpe, pero en fin, todo resultó bien.
Pasaron los días, los meses y el amor crecía, él muchacho iba a verla a la salida del colegio para luego echarse una escapadita por ahí, le regalaba cualquier detalle desde un caramelo hasta un enorme osito, ella también se esforzaba por él, por salir el fin de semana con varias excusas: una vez fue el típico trabajo en grupo del ‘cole’, otra vez cine con las amigas y así, lo que importaba era estar juntos, conversando de todo un poco, bromeando mucho y besándose aún más, parecía que su amor jamás acabaría.
En cada beso, que fueron más atrevidos y acompañados de pequeñas caricias, sentían un cosquilleo que los hacía estremecerse, ella en varias ocasiones detuvo las manos temblorosas de su adolescente novio que quería desabrochar su blusa o su pantalón o levantar su falda.
La verdad, en la sociedad en que estamos, donde la televisión ayuda a aumentar el deseo y provoca que cada vez crezca la curiosidad de los adolescentes, que están con los hormonas alborotadas, por supuesto ellos no fueron la excepción.
Cuando cumplieron más o menos un año de relación se les ocurrió demostrarse su amor ya no con peluches, ni rosas, ni tarjetas de frases trilladas sino de una forma más profunda y su regalo mutuo iba a ser: su primera vez.
En esa tarde lluviosa se entregaron sin pensarlo, desnudaron sus cuerpos y sus mentes, tomándose amorosa y tímidamente, ella sintió un leve dolor al momento que él la introdujo pero después solo sintieron placer y locura profesándose su amor incondicional.
Días más tarde se seguían viendo, todo parecía marchar bien, incluso creyeron que su amor había florecido, como las rosas que un día él le regalo.
Ya pasó un mes desde que hicieron el amor, ella estaba muy asustada y preocupada porque se le interrumpió su regla, pasaron ya dos días y su ropa interior seguía limpia, pasó una y dos semanas y nada, la joven no sabía como contarle a su amado novio lo que ocurría talvez estaba embarazada.
Cuando ella habló con su novio, él reaccionó mal, se aterró, juntos cayeron en desesperación, no sabían que hacer y empezó a marchitarse ese amor, las peleas eran cada vez más seguidas, ella pedía tener a su bebé ya que era fruto de su amor pero el no accedía simplemente no quería perder su libertad; ellos se dieron cuenta que su amor no resistía una responsabilidad tan grande, talvez el amor que se profesaban no era cierto y era solo producto de un mar de sentimientos y sensaciones típicas de la edad, así que buscaron la solución más cruel –abortar – pero la joven no aceptó, no soportaba matar algo que estaba creciendo en su vientre.
Su relación colapsó, ella quiso tener a su pequeño pero él no, así que por su inmadurez él decidió huir, la joven madre no volvió a saber nada de su querido novio, parecía que se lo había tragado la tierra.
La futura madre se aterrorizó, aparte que sus padres no apoyaron su acertada decisión y la echaron de su casa, ella sin fuerza, muerta de miedo, en la calle y sin una mano que le brinde apoyo decidió deshacerse de su pequeño, pensó que esa era la solución para volver a su vida normal y feliz que antes tenía; la muchacha risueña había perdido su amplia sonrisa, el joven alocado nunca más volvió, mientras su pequeño niño, fruto de un supuesto amor, quedó como una estrella más en el cielo viendo melancólico los distintos caminos que tomaron los que iban a ser sus padres.
Los jóvenes ‘enamorados’ nunca se atrevieron a sentirse responsables, nunca se atrevieron a crecer.
Ésta es su historia.
Sus corazones latían aceleradamente, sus cuerpos temblaban, cual hoja en otoño, emitían ese aroma de la inexperiencia y del deseo, sus miradas pícaras chocaban contra su pureza, sus manos parecían témpanos de hielo, su pasión los enloquecía y los agotaba; fue en esa fría tarde cuando la lluvia caía incansable talvez para silenciar el gemido de los dos enamorados que fundieron sus cuerpos inexpertos en un solo éxtasis, en un solo amor.
Eran aún muy jóvenes, más o menos de 15 y 16 años, pero quizá la edad no importe se repetían constantemente para calmar su angustia.
Desde que se conocieron en aquel bus saliendo del colegio sintieron una atracción enorme, ella, una muchacha soñadora, risueña, un tanto calmada, siempre en búsqueda de aquel muchacho con el que pudiera vivir un amor de novela, eso fue lo que encontró en él, un colegial alocado, medio irresponsable en sus estudios pero chévere.
Al principio, ellos empezaron conociéndose como amigos y en contra de todos los comentarios que hacían sus compañeros, el joven le declaró su interés de la manera que ella siempre soñó, delicado, romántico y hasta un chance torpe, pero en fin, todo resultó bien.
Pasaron los días, los meses y el amor crecía, él muchacho iba a verla a la salida del colegio para luego echarse una escapadita por ahí, le regalaba cualquier detalle desde un caramelo hasta un enorme osito, ella también se esforzaba por él, por salir el fin de semana con varias excusas: una vez fue el típico trabajo en grupo del ‘cole’, otra vez cine con las amigas y así, lo que importaba era estar juntos, conversando de todo un poco, bromeando mucho y besándose aún más, parecía que su amor jamás acabaría.
En cada beso, que fueron más atrevidos y acompañados de pequeñas caricias, sentían un cosquilleo que los hacía estremecerse, ella en varias ocasiones detuvo las manos temblorosas de su adolescente novio que quería desabrochar su blusa o su pantalón o levantar su falda.
La verdad, en la sociedad en que estamos, donde la televisión ayuda a aumentar el deseo y provoca que cada vez crezca la curiosidad de los adolescentes, que están con los hormonas alborotadas, por supuesto ellos no fueron la excepción.
Cuando cumplieron más o menos un año de relación se les ocurrió demostrarse su amor ya no con peluches, ni rosas, ni tarjetas de frases trilladas sino de una forma más profunda y su regalo mutuo iba a ser: su primera vez.
En esa tarde lluviosa se entregaron sin pensarlo, desnudaron sus cuerpos y sus mentes, tomándose amorosa y tímidamente, ella sintió un leve dolor al momento que él la introdujo pero después solo sintieron placer y locura profesándose su amor incondicional.
Días más tarde se seguían viendo, todo parecía marchar bien, incluso creyeron que su amor había florecido, como las rosas que un día él le regalo.
Ya pasó un mes desde que hicieron el amor, ella estaba muy asustada y preocupada porque se le interrumpió su regla, pasaron ya dos días y su ropa interior seguía limpia, pasó una y dos semanas y nada, la joven no sabía como contarle a su amado novio lo que ocurría talvez estaba embarazada.
Cuando ella habló con su novio, él reaccionó mal, se aterró, juntos cayeron en desesperación, no sabían que hacer y empezó a marchitarse ese amor, las peleas eran cada vez más seguidas, ella pedía tener a su bebé ya que era fruto de su amor pero el no accedía simplemente no quería perder su libertad; ellos se dieron cuenta que su amor no resistía una responsabilidad tan grande, talvez el amor que se profesaban no era cierto y era solo producto de un mar de sentimientos y sensaciones típicas de la edad, así que buscaron la solución más cruel –abortar – pero la joven no aceptó, no soportaba matar algo que estaba creciendo en su vientre.
Su relación colapsó, ella quiso tener a su pequeño pero él no, así que por su inmadurez él decidió huir, la joven madre no volvió a saber nada de su querido novio, parecía que se lo había tragado la tierra.
La futura madre se aterrorizó, aparte que sus padres no apoyaron su acertada decisión y la echaron de su casa, ella sin fuerza, muerta de miedo, en la calle y sin una mano que le brinde apoyo decidió deshacerse de su pequeño, pensó que esa era la solución para volver a su vida normal y feliz que antes tenía; la muchacha risueña había perdido su amplia sonrisa, el joven alocado nunca más volvió, mientras su pequeño niño, fruto de un supuesto amor, quedó como una estrella más en el cielo viendo melancólico los distintos caminos que tomaron los que iban a ser sus padres.
Los jóvenes ‘enamorados’ nunca se atrevieron a sentirse responsables, nunca se atrevieron a crecer.
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1 comentario:
me parece super buena la histotia, porque es la realidad que esta ocurreindo con mucho de nuestro jóvenes hoy en dia
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